El turismo retrasa la salida total de la crisis hasta 2023 tras el peor año en su historia
La recuperación de los hoteles urbanos será más lenta por su dependencia del turismo extranjero y de negocios
El turismo hace balance del peor año de su historia. Aviones aparcados, hoteles sin turistas, restaurantes sin clientes, autobuses sin pasajeros, agencias de viajes cerradas, guías sin trabajo. 2020 ha sido una montaña rusa para el turismo que empezó con un brote de un virus en China, que siguió con una epidemia en el gigante asiático y que saltó a Europa a través de los viajeros que visitaron Italia y el resto de Europa. En marzo, la pandemia ya se había extendido por toda Europa y provocó una decisión sin precedentes: el cierre de todo el espacio aéreo y de toda la planta hotelera en Europa ante la imposibilidad de controlar un virus que se cobrara miles de víctimas mortales diarias. Un par de meses después, la enfermedad saltó a América en verano y lo que se presuponía como una buena temporada alta tras tres meses de confinamiento total en España mutó en un episodio en el que se alternaban los confinamientos, los rebrotes y las cuarentenas hasta diciembre. Ese era el mes en el que empezaba la temporada alta en Canarias, que se vio frustrada nada más comenzar por las restricciones en Reino Unido y Alemania.
El impacto de esa montaña rusa en la cuenta de resultados de las empresas y en la balanza de pagos de España ha sido brutal. En los diez primeros meses de 2020, España recibió 57 millones de turistas menos e ingresó 63.500 millones de euros menos. Las cifras globales de la Organización Mundial del Turismo apuntan a una caída del 80% de los flujos turísticos, lo que supondrá pasar de 1.400 millones de turistas a apenas 320 millones de pasajeros, la pérdida de 900.000 millones de euros en ingresos por turismo y la destrucción de 100 millones de puestos de trabajo. Siendo igual de dramático el impacto en todo el mundo, las consecuencias no han sido iguales para todos los sectores en función del tamaño de las empresas, el nivel de endeudamiento o su capacidad para resistir sin ingresos.
HOTELES
Excepto los tres meses de verano, en el caso de los situados en entornos vacacionales, la gran mayoría de hoteles ha permanecido cerrado nueve meses ante las dificultades para atraer clientes en un entorno en el que el espacio aéreo ha estado cerrado, la conectividad aérea ha sido mínima y en el que los empresarios han tenido que tirar de caja para soportar un escenario con ocupaciones que apenas llegaban al 50% en muchos casos y que ha llevado a muchos empresarios a no abrir sus establecimientos. Albert Grau, socio de Hospitality de Cushman & Wakefield, calcula que mantener un hotel cerrado puede conllevar un coste mensual de entre 50.000 y 100.000 euros en función del tamaño. El balance del verano fue muy desigual por zonas, con ocupaciones por debajo del 40% en la gran mayoría y tan solo por encima del 50% en determinadas zonas de Andalucía (Huelva o Cádiz) o la España Verde (Asturias).
Buena prueba de ese impacto son las cuantiosas pérdidas acumuladas por las dos grandes hoteleras cotizadas (Meliá y NH). La compañía dirigida por Gabriel Escarrer perdió 470 millones de euros entre enero y septiembre y solo en los tres meses de verano consumió 102 millones de euros ante la falta de demanda y los rebrotes. Al cierre de septiembre solo tenía abiertos 157 hoteles, un 48% del total. En el caso de NH, las pérdidas se elevaron a 295 millones de euros y la falta de ingresos le ha llevado a sopesar la idea de pedir una ayuda de 200 millones de euros con cargo al Fondo de Apoyo a la Solvencia de las Empresas. En cualquier caso ha descartado por ahora la venta de activos para ganar liquidez, ya que la compañía aseguraba contar con una liquidez de 485 millones de euros de caja. En el caso de Meliá ha procedido a la cancelación de tres contratos que tenía previstos en el futuro a corto plazo. En concreto se trata de tres inmuebles asignados a las unidades de negocio de Europa, Asia y España (en este último caso era un inmueble en Marruecos).
Lo peor es que ninguna de las grandes cadenas sabe predecir cuando acabará esta situación. Una encuesta realizada por Cushman & Wakefield apunta a que la gran mayoría vaticina que no recuperará hasta 2022 los niveles de facturación de 2019, en el caso de los hoteles vacacionales tanto en el litoral como en Canarias y Baleares, y hasta 2023 y 2024 en el caso de los hoteles urbanos, con especial incidencia negativa en Madrid o Barcelona.
AEROLÍNEAS
El cierre de fronteras y hoteles, las cuarentenas de grandes mercados emisores como Reino Unido o Alemania y las restricciones a la movilidad entre países de la UE han dejado aparcados los aviones de todas las grandes aerolíneas. La estadística de los aeropuertos de la red de Aena hasta noviembre muestra un resultado de 1 millón de vuelos y 72,2 millones de pasajeros transportados frente los 2,2 millones de vuelos y los 257 millones de pasajeros registrados en el mismo periodo de 2019. Un desplome que ha deteriorado la cuenta de resultados de las grandes aerolíneas y ha puesto al borde del precipicio a aquellas con menos tesorería. En ese grupo destaca Air Europa, la segunda compañía española más importante por tamaño, que será rescatada por la SEPI a través de una ayuda de 475 millones de euros, dividida en un préstamo participativo de 240 millones de euros y otro ordinario de 235 millones de euros. La aerolínea propiedad de la familia Hidalgo fue la primera empresa rescatada por un fondo dotado con 10.000 millones de euros y contará con seis años para la devolución de los préstamos recibidos. La SEPI nombrará un consejero delegado y dividirá el negocio en tres divisiones diferentes: Air Europa, Air Europa Holding y Air Europa Express.
Este rescate ha dejado en punto muerto la compra de Air Europa por parte de IAG, pactada al cierre de 2019 en 1.000 millones de euros, y ha pospuesto la operación al menos hasta el primer trimestre de 2021. Iberia, la otra gran aerolínea española, ha reprogramado toda su operativa para la temporada de invierno, con la que llegará al 70% de las rutas a las que llegaba doce meses antes con una capacidad de asientos del 40%. Entre las compañías que operan en la red de Aena, las dos mejor paradas hasta noviembre han sido Ryanair, con 13 millones de pasajeros, y Vueling, con 12,2 millones, y ya a mucha distancia, Air Europa (6,1 millones), Iberia (5,7 millones) e Iberia Express (3,6 millones). Todos lejos de las cifras registradas en los doce meses de 2019: Ryanair (43,7 millones), Vueling (29,1); Iberia (16,9 millones) o Air Europa (13,1 millones).
Al igual que ocurre con los hoteles, la vuelta a la normalidad no llegará con las vacunas y no se alcanzarán los niveles de tráfico aéreo de 2019 al menos en cinco años. Las previsiones de la Organización Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea (Eurocontrol) muestran que ese hito no se alcanzará en cualquier caso antes de 2024. Así justifica que los vuelos en Europa cerrarán 2020 al 44% sobre el volumen de 2019 y si tal y como parece, el proceso de vacunación se generaliza en los grandes países emisores, se podría cerrar 2021 con un 73% del tráfico de 2019. Ese porcentaje subiría al 89% en 2022, al 96% en 2023, y ya sería en 2024 cuando se rebasarían los 11 millones de vuelos.
TUROPERADORES
La quiebra de la británica Thomas Cook en septiembre de 2019 dejó el camino libre para que TUI, su competidor alemán, se convirtiera en el mayor turoperador europeo. En esa fecha nadie presagiaba que una pandemia mundial paralizara el turismo y provocaría un triple rescate de TUI por parte del Ejecutivo alemán. Entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020 acumuló perdidas de 3.148 millones de euros frente a los 503 millones de euros registrados doce meses antes y eso ha obligado a la canciller Merkel a activar todas las ayudas para evitar la quiebra del gigante de la turoperación.
En total ya ha aprobado ayudas por valor de 4.800 millones de euros, situándose como la tercera firma alemana que más apoyo público ha recibido, solo por detrás de Lufthansa y Adidas. La última ayuda de 1.300 millones, aprobada el pasado 2 de diciembre, se verá acompañada por una ampliación de capital de 500 millones que se realizará en enero de 2021.
CRUCEROS
La industria de los cruceros fue la que primero sufrió el golpe del coronavirus a través del primer contagio masivo en el crucero Diamond Princess, con un balance de 700 contagiados y 7 muertos sobre un total de 3.600 pasajeros en febrero. Después de ese episodio, la industria paralizó todas sus operaciones en Europa, América y Asia y el deterioro económico se llevó por delante a Pullmantur. La compañía participada por Royal Caribbean (49%) y el fondo Springwater (51%), presentó concurso de acreedores en mayo. El 90% de la plantilla está en un ERTE de fuerza mayor al 100%, la firma fue desalojada de su sede en septiembre por impago del alquiler y ha logrado un crédito de Royal Caribbean para devolver los 50 millones de euros que adeudan a las agencias de viajes. Alfredo Serrano, director de la patronal mundial CLIA en España, eleva las pérdidas del sector a 5.000 millones en 2020.
COMERCIO, HOSTELERÍA Y AGRICULTURA SUFREN LA FALTA DE VIAJEROS EN SUS VENTAS
Hoteles, bares, restaurantes y cafeterías, los principales exponentes de la hostelería, han sufrido en sus carnes la desaparición de los turistas extranjeros (hasta octubre de 2020 se perdieron 57 de los 83,1 millones recibidos en 2019) y el desplome del nacional por la crisis económica y las restricciones a la movilidad.
El último balance de la patronal Hostelería de España, con previsiones de cierre para este año, muestra en toda su crudeza el impacto negativo de la crisis del coronavirus. La facturación de la hostelería cerrará con una caída del 50%, lo que supondrá un recorte de 67.000 millones de euros en la cifra de negocio, mientras que en nueve meses de pandemia se habrán perdido en torno a un millón de puestos de trabajo. Pero quizá el dato más preocupante es el del número de empresas, ya que de los 315.000 establecimientos activos a finales de 2019 se pasará a 215.000 doce meses después. Dicho de otra manera que la pandemia se habrá llevado por delante a un tercio de la hostelería.
Este sector, sin embargo, no ha sido el único afectado por el desplome del turismo. Muy ligado a la hostelería, la agricultura ha sufrido el desplome de precios de productos muy consumidos por turistas como huevos o pollo. En un informe reciente, la organización agraria COAG aseguraba que las ventas de pollo en el canal de la hostelería, que suponía un 25% del total de la facturación, se han desplomado un 60% ante la falta de demanda. Y una parte importante de esa merma procedió precisamente del turismo, ya que esta actividad absorbía, según sus cálculos, 6 de cada 10 kilos de pollo que se producen en España. “El desplome de la demanda de este canal tiene un efecto especial en el apartado de pollos asados. Solo la demanda de pollos asados representó un 65% de las ventas en verano de 2019, muy ligado a grandes eventos y turismo en la costa”, recalca Eloy Ureña, responsable de avicultura de COAG.
La ausencia de turistas extranjeros y nacionales ha convertido en desiertos los centros de las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, y solo los confinamientos decretados desde octubre han reanimando un poco las ventas. De la misma manera, los comercios situados en enclaves vacacionales también han sufrido las consecuencias de rebrotes, falta de movilidad y crisis económica.
Las previsiones de cierre de 2020 de la Confederación Española de Comercio no son mucho mejores que las de la hostelería. La patronal recuerda que el 15% de los locales no ha abierto desde que irrumpió la crisis sanitaria en marzo y en el mejor de los escenarios anticipa una reducción de la actividad de hasta el 50% en muchos subsectores, lo que podría llevar a la desaparición de casi 250.000 establecimientos y 600.000 puestos de trabajo. Entre las medidas que ha solicitado al Gobierno para amortiguar este golpe están la ampliación de los ERTE, un plan de ayudas directas y el aplazamiento de la subida de cuotas a los autónomos.
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