¿Te molesta que lleguen muchos viajeros a tu localidad?
CIUDAD DE MÉXICO.- ¿Te has sentido
extranjero en tu propia ciudad? ¿Has sentido que pagas precios de turista en
compras diarias? ¿Te molesta que lleguen muchos viajeros a tu localidad? ¿Has
pensado hacer algo contra los turistas? Si respondiste afirmativamente a alguna
de esas preguntas, ¡cuidado! Puedes estar presentando síntomas de la llamada
turismofobia.
Cuando los visitantes se concentran en lugares
específicos y exceden su capacidad, hay una saturación turística que
eventualmente conlleva a una fobia de los residentes hacia los impactos
negativos de esta actividad.
En ciudades de Europa cada vez más ciudadanos han
manifestado sentirse agobiados por multitudes de extranjeros que les impiden
caminar por las calles, veredas, parques y plazas con tranquilidad, donde
abunda el escándalo y la basura regada en el suelo.
El aumento de los alquileres, provocado por el
interés de muchos propietarios en convertir sus inmuebles en viviendas
vacacionales, de la mano de plataformas digitales tipo Airbnb y Homeaway, está
obligando a muchos vecinos a dejar sus casas e irse a vivir a otras zonas.
Comercios locales son remplazados por tiendas de
souvenirs, bares y comida chatarra en algunos barrios europeos, donde el acceso
a museos, acuarios o iglesias requiere de hacer filas más largas cada año.
Por ejemplo, residentes de Barcelona, Valencia,
Berlín, Roma, Ámsterdam, Venecia, Dubrovnik y otros destinos han salido a
manifestarse contra la saturación de turistas y piden a las autoridades frenar
el arribo de más visitantes, unos lo han hecho de manera pacífica, pero otros
mediante actos vandálicos o violentos.
"Turista, vete a casa, no eres bienvenido”, es
uno de los mensajes con los que se encuentran los visitantes que recibe
Barcelona, una ciudad con 5 millones de habitantes y que atendió a 7 millones
de viajeros el año pasado.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha reconocido
estas expresiones de turismofobia; sin embargo, asegura que "el problema
no es el turista, sino las malas prácticas de la gestión pública".
¿Sobreturismo en
México?
El año pasado, México fue el séptimo país más
visitado del mundo, al recibir un récord de 41 millones de turistas
internacionales, el doble que hace una década, de los cuales 27 millones se
alojaron en hoteles del país y 5 millones mediante Airbnb.
Con un volumen de 252 millones de turistas, de los
cuales 100 millones pernoctaron en hoteles del país, los mexicanos son quienes
más viajan por el territorio nacional.
Aunque el país cuenta con una importante riqueza
turística, sólo cinco aeropuertos concentran a nueve de cada 10 turistas
internacionales que arriban al país, así como a siete de cada 10 nacionales que
se trasladan por este medio. Se trata de las terminales aéreas ubicadas en
Ciudad de México, Cancún, Guadalajara, San José del Cabo y Puerto Vallarta.
México, al igual que cualquier nación, no está
exenta de vivir la turismofobia, por eso es importante aprender de lo que está
pasando en otros destinos del mundo, opina Michelle Fridman, secretaria de
Turismo (Sectur) de Yucatán, estado cuyos hoteles alojaron a 2 millones 275 mil
turistas el año pasado, 66% de los cuales llegaron a su capital, Mérida.
"En Yucatán estamos lejos de un sobreturismo,
pero es cierto que está llegando más turismo que nunca y en un destino que no
había tenido estos crecimientos tan grandes en llegadas, claro que genera un
cierto recelo en la población", expone la funcionaria en entrevista con EL
UNIVERSAL.
Hace unas semanas, la administración de Yucatán
concretó la gestión del arribo de nuevos cruceros de las compañías MSC, Disney
Cruise Lines y Norwegian a Progreso, el principal puerto del estado que está
ubicado a sólo 20 minutos de Mérida.
"Yo creo que lo que ha pasado en Venecia tiene
que ver con la falta de distribución de turismo a otras zonas. En Mérida y
Chichén Itzá, aunque de manera remota, hemos visto que los turistas se saturan
en un punto muy específico, por lo que estamos buscando llevar turismo al resto
del estado, como en Tekax, Las Coloradas e Izamal", explica Fridman.
Desde su perspectiva proyectos como el Tren Maya
pueden servir para descentralizar el turismo en el sur del país, siendo un
vehículo para movilizar a los extranjeros de manera inteligente y fácil.
Cualquier destino que tenga una saturación, un
exceso de demanda, puede padecer turismofobia, pero en México, en general,
todavía no se ve este fenómeno por las condiciones del país, porque cuenta con
una economía emergente y una población con limitadas oportunidades, de modo que
la llegada de flujos excedentes de visitantes representa una alternativa para los
residentes, opina Francisco Madrid, director de la Facultad de Turismo y
Gastronomía de la Universidad Anáhuac.
Sin embargo el experto sugiere estar atentos a los
Pueblos Mágicos, porque aunque no es tan evidente, en algunos de ellos, como
Valle de Bravo, hay una sobresaturación durante los fines de semana que puede
molestar a los residentes.
Las Islas Marietas, en Nayarit, y la de Holbox, en
Quintana Roo, son ejemplos de destinos que han sido víctimas de
sobreexplotación turística, añade.
"No hay que obsesionarse con la idea de que
muchos turistas son buenos, o de que el éxito turístico debería medirse en
función del número de extranjeros que se tengan", asevera Madrid, quien
fue subsecretario de operación turística de la Sectur en el sexenio del
expresidente Felipe Calderón.
Para Gerardo Herrera, especialista en turismo de la
Universidad Iberoamericana, la inconformidad que han expresado algunos vecinos
de la Condesa y la Roma, en la Ciudad de México, contra la llegada de turistas
mediante Airbnb, "pueden ser síntomas de que algo está sucediendo".
En México hemos visto episodios de sobresaturación
como en las Islas Marietas y Holbox, pero la turismofobia aparece cuando la
población no está consciente de la importancia económica de los visitantes.
"En Barcelona y Valencia presentan
turismofobia, en parte, porque cuentan con una economía diversificada y sus
residentes no viven exclusivamente del turismo, pero a la gente de la Riviera
Maya le queda claro que si no hay turismo, posiblemente no tenga nada para
trabajar y subsistir", considera el académico.
En septiembre de 2018 la Organización Mundial del
Turismo publicó un informe que tituló "¿Presión turística? Comprender y
gestionar el aumento del turismo urbano más allá de las percepciones", en
el que lanza una serie de recomendaciones para gestionar el turismo en los
destinos urbanos.
Aunque en éste reconoce que "no hay una
solución única con la que hacer frente a la presión turística y que, para
obtener resultados satisfactorios, toda estrategia de gestión de destinos debe
adaptarse al contexto".
En consecuencia algunos destinos han implementado
medidas de dispersión de los visitantes dentro y fuera de las ciudades, así
como una mejora de la infraestructura e instalaciones de los lugares.
La concentración de los turistas ha impedido que
los beneficios de la actividad lleguen a todo México, donde algunos destinos
apenas están recibiendo a los primeros turistas y en otros los residentes
lanzan las primeras señales de agobio hacia los visitantes.
Hace 44 años el economista George Victor Doxey
formuló un índice de irritación turística a mediados de la década de 1970, que
mide el grado de rechazo que genera el turismo en un destino, a medida que este
evoluciona en cinco fases.
Luego de estudiar las islas Barbados y las
cataratas del Niágara, destinos que desde ese entonces se estaban transformando
por el exceso de visitantes, Doxey presentó su teoría que si bien no tiene una
base científica, ayuda a comprender la relación entre residentes y turistas,
ante los brotes de turismofobia que presentan algunos sitios del mundo.
La primera etapa es la euforia, cuando llegan los
primeros turistas y son recibidos con atención, no sólo porque vienen con
dinero en el bolsillo, sino porque se supone que les gusta el lugar, lo que
hace sentir orgullosos a los residentes.
La segunda fase es la apatía, y se presenta cuando el turista deja de causar
sorpresa e ilusión, para convertirse en objetivos de lucro y parte del paisaje
cotidiano.
En la tercera fase los residentes lanzan las
primeras señales de agobio a consecuencia del volumen de turistas y el gobierno
reorienta parte del presupuesto a satisfacer las nuevas necesidades del
turismo, mediante la ampliación de infraestructura y mejora de servicios.
Los primeros síntomas de la turismofobia aparecen
en la cuarta etapa, la del antagonismo, cuando los residentes rechazan el
precio que deben pagar por la presencia de visitantes y las autoridades tratan
de contrarrestar los flujos turísticos mediante campañas de publicidad que, de
ser necesario, pueden dar mala imagen al destino.
Finalmente, la resignación o sumisión, en la escala
de Doxey, es la quinta y última fase, donde la transformación del lugar es
absoluta y los residentes no recuerdan bien cómo era su ciudad o ese paraje
natural antes.
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