En los últimos días algunos medios y personas me han preguntado por mi opinión sobre cómo esta terrible crisis va a afectar al sector turístico. Partiendo de la base de que, en estos momentos a día 24 de marzo de 2020, el foco debe estar en superar la grave crisis de salud y apoyar a los afectados, quizás ya podamos comenzar a reflexionar sobre el futuro de nuestra industria. Antes, sinceramente, no tenía muchas ganas de hacerlo.
Sin duda, el turismo está siendo uno de los motores económicos más afectados en España. Las fronteras se han cerrado, los últimos visitantes extranjeros vuelven a sus países y el movimiento de los residentes entre poblaciones o regiones es casi nulo.
Y es posible que estos movimientos se restrinjan aún más si se acentúan las medidas del confinamiento. Por tanto, la actividad turística hoy en día es prácticamente nula, con los establecimientos de ocio, alojamiento, restauración, etc. cerrados y sin fecha prevista de reapertura.
Si tomamos como referencia a China, solo tras dos meses y medio el Gobierno chino ha permitido los desplazamientos en la provincia de Hubei. Lo “bueno” en aquel país es que la crisis sanitaria se concentró mucho en esta zona, no afectando tanto a otras provincias. En España y en el conjunto de Europa la afectación es más generalizada y dispersa.
La cuestión es, ¿cuándo y cómo se podrá retomar la actividad? Para la primera pregunta no hay respuestas todavía. Pero la segunda podemos comenzar a elucubrar cómo y qué hacer. Cómo será el turismo tras esta crisis que sacude los cimientos de nuestra sociedad. Estas son mis reflexiones:
- Nos quedamos en nuestro país: Si bien el “proteccionismo turístico” es, en mi opinión, una mala idea que a España nunca le puede interesar, es previsible que los primeros atisbos de actividad turística se circunscriban a las fronteras de nuestros países. En el caso de España es proverbial el gusto por viajar en nuestro país (solo en torno al 10% del total de viajes de los españoles se hacen fuera de España, según datos del INE), por lo que a corto plazo es de prever una consolidación de este comportamiento. Países como Francia, Portugal o Italia se verán afectados al ser los principales destinos de nuestros viajes en el extranjero. Los destinos españoles con menor dependencia de visitantes no residentes sufrirán menos, si bien estos son ya pocos con la internacionalización y diversificación de mercados emisores vividas estos últimos años. Lógicamente las llegadas desde los mercados emisores más lejanos, como Estados Unidos, China, Japón o Corea del Sur serán las más afectadas. Lo malo de ello es que son los de mayor gasto por viajero.
- Preferencia por escapadas a destinos cercanos: Las famosas staycations, con o sin pernoctación, con vehículo propio frente a viajes que requieran de vuelos o barcos. Viajes cortos, que no nos alejen mucho de nuestra residencia, por lo que se tratará de pequeños roadtrips de pocos días.
- Evitaremos las aglomeraciones: Instalaciones como parques temáticos, parques acuáticos, grandes celebraciones, conciertos….deberán garantizar un nivel de limpieza y desinfección extremos, una vez que puedan abrir o tener lugar.
- Imagen de limpieza: Algo que siempre debería cuidarse, ahora cobra un papel fundamental. ¿Podremos seguir disfrutando de nuestras queridas barras de pintxos? ¿Qué cambios deberemos incorporar en nuestras cocinas y comedores? ¿cómo se adecuará la limpieza de pisos? ¿cómo protegeremos a nuestro personal? Nuevas incógnitas para un nuevo escenario.
- La España vaciada podría llenarse: Frente a destinos urbanos, donde las aglomeraciones, el transporte público pudieran tener peor prensa, los destinos rurales, la naturaleza, espacios abiertos y menor saturación de personas ganan enteros y atractivo. Además, podemos optar por alojamiento de alquiler completo, con jardín o áreas de juego de uso limitado.
- Vida slow: Sin duda estas semanas de confinamiento nos hará a todos reflexionar sobre la necesidad de centrarnos en lo importante, huir de lo accesorio, sobre la fragilidad de nuestras acomodadas vidas. Frente a la velocidad y estrés pre-COVID 19 buscaremos destinos, experiencias más slow, vivir más el momento. El turismo experiencial, el transformador, el turismo más sensorial podría consolidarse
- Transporte individual vs público: Por desgracia permanecerá en nosotros ese recelo por el de al lado. Poder compartir espacios pequeños con personas enfermas será algo a evitar en la medida de lo posible. Así que optaremos por medios de transporte privados como el coche o las autocaravanas, frente a medios más masivos
- Oferta sanitaria de nuestros destinos: España siempre ha sido un destino considerado muy seguro, no solo por la baja delincuencia sino también por nuestra magnífica infraestructura sanitaria. Una vez esta crisis pase y nuestras clínicas y hospitales retornen a una situación de estabilidad, los destinos deberán poner más el foco en garantizar la atención sanitaria de los visitantes. Los seguros de salud podrán ser partners estratégicos.
- Evitar las bajadas extremas de precio: Si bien es muy fácil recomendar esto, creo que no debería huir de bajadas exageradas de precio de las que luego costaría salir. Para incentivar a la demanda entiendo que es más interesante incrementar el valor que bajar el precio
- Destinos virtuales: No me refiero a que la gente optará por viajar de manera virtual desde sus casas. Eso no satisface la necesidad. Pero los destinos sí pueden facilitar o favorecer las visitas “previas” virtuales, de manera que los potenciales visitantes puedan conocer a priori lo que se van a encontrar
- Impacto en los intermediarios: Si bien esto dependerá mucho de la respuesta que cada proveedor o intermediario den a las devoluciones o reclamaciones, ya vemos un posible cisma entre Booking y los hoteleros. Puede ser que en el futuro privilegiemos reservar directamente con el proveedor frente al intermediario, en la esperanza de que estaremos más cubiertos ante cancelaciones.
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