"Se deshicieron de mí": los hoteles de Trump despiden a sus trabajadores migrantes
Un gran número de inmigrantes trabaja en los centros turísticos de Donald Trump, una realidad embarazosa para un presidente que ha criticado a las personas que viven en Estados Unidos sin autorización
Palm Beach. Detrás de los arbustos podados de los clubes privados y lujosos del presidente Donald Trump en el sur de la Florida, incluido el de Mar-a-Lago donde ha pasado muchos fines de semana, se presenta desde hace tiempo una contradicción con la política de “Estados Unidos primero”, una de las consignas más repetidas por el mandatario. Lo que sucede es que muchos de sus empleados tienen pasaportes extranjeros.
Rumanos sirven la cena en las fastuosas salas de banquetes. Sudafricanos atienden a los huéspedes en el spa. Británicos hornean pastelillos. La mayoría son jóvenes contratados como trabajadores visitantes con visas especiales, y durante la temporada alta de invierno viven en una comunidad privada con una cancha de vóleibol de playa y una sala de cine. En las mañanas, se ponen sus uniformes limpios y son trasladados en una camioneta hasta el complejo de lujo ubicado a 9,6 kilómetros en Palm Beach.
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